Azul en el horizonte
crepúsculo en mi espalda,
vuelo mecido por el viento
dibujando formas en las nubes.
Viento del norte
que me exilias al sur,
regreso a mi casa de arcilla
ocre sobre blanco.
Soy mensajero de las estaciones
llego tras las lluvias,
y no reconozco las fronteras
de los hombres desde el cielo.
Zafiro y negro visten mis alas
poderosas y cortas,
frágiles para el sueño del poeta,
que me espera desde su ventana.
Tierra árida, verano eterno
guardas el corazón delicado,
de aquella a la que amo
rallito de sol que alimenta esperanzas
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