El latido ancestral
de la piel enfrentada a la piel,
rinde mis músculos.
Mi cuerpo grita
Por las palmas de las manos,
estasis incubado
por sonidos lejanos.
Mi sangre esclava
purifica el espíritu
al ritmo frenético de tu danza.
Ángeles y demonio
firmando armisticios
deshaciéndose en sudor.
Miradas en blanco
mostrándome el camino
de mi propia perdición.
Soy amo de tus movimientos
mecenas de tu respiración.
Soy la voz olvidada en el tiempo
de las gargantas chamanicas
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